
Antonio Carmona Mora es director general de COVAP desde 2014 y forma parte de su equipo directivo desde 1993. Licenciado en derecho, ha desarrollado una trayectoria estrechamente vinculada al sector agroalimentario y al modelo cooperativo, al que ha contribuido desde distintas responsabilidades técnicas y ejecutivas. Como patrono de la Fundación Ricardo Delgado Vizcaíno, impulsa la conexión entre el compromiso social, la cultura y el desarrollo rural sostenible.
¿Cómo y cuándo comenzó su relación con la Fundación Ricardo Delgado Vizcaíno?
Mi relación con la Fundación tiene una doble vertiente, una personal y otra institucional, que corren en paralelo a mi propia trayectoria en COVAP. Desde un punto de vista personal, mi vínculo es casi tan antiguo como el de la propia Fundación. Me incorporé a COVAP hace más de 30 años, poco antes de que naciera. Fui testigo desde dentro, de sus primeros pasos, materializando la visión de que el desarrollo económico debía ir de la mano del desarrollo social y cultural de nuestro entorno. Desde aquellos inicios, ha sido un auténtico privilegio contar con la presidencia de Santiago Muñoz Machado, cuya autoridad intelectual y profundo arraigo en la comarca han dado continuidad, rigor y sentido a este proyecto durante estos treinta años.
Desde el punto de vista institucional, mi relación es desde 2014. Al ser nombrado director general de COVAP, asumí el compromiso de ser patrono de la Fundación. Para mí, no fue un cargo más, sino la oportunidad de contribuir a un proyecto que he visto crecer, un proyecto que devuelve a la sociedad y a nuestros socios una parte esencial de lo que generamos juntos.
Tras más de treinta años vinculado a COVAP y 11 a la Fundación, ¿cómo ha evolucionado la Cooperativa en este tiempo y qué papel ha jugado la Fundación en ese proceso?
La evolución de COVAP en todo este tiempo ha sido increíble. Hemos pasado de ser una cooperativa local relevante a convertirnos en un grupo agroalimentario de referencia nacional e internacional, completando todo el ciclo productivo «de la ganadería a la mesa» y apostando decididamente por la innovación, la calidad y la sostenibilidad.
En esta transformación, la Fundación no ha sido una mera espectadora, sino un actor protagonista. Si COVAP es el motor económico, la Fundación ha sido un elemento fundamental para transmitir los valores y el compromiso social que nos definen. Su papel ha sido y está siendo clave en varios frentes: fomento del talento, fortalecimiento del arraigo al dinamizar la vida cultural y social del Valle de los Pedroches y resto de zonas en las que estamos presentes y el apoyo a la innovación.
Desde sus comienzos, hace casi 30 años, la Fundación ha apostado por la formación, el pensamiento crítico y el acceso a la cultura. ¿Qué papel cree que deben tener la cultura y la educación en una sociedad como la nuestra?
Su papel es absolutamente fundamental. En el momento actual, lleno de cambios vertiginosos e incertidumbre, la educación, la formación y la cultura son las herramientas más poderosas que tenemos como sociedad.
La educación, y en especial el fomento del pensamiento crítico, es la base para formar ciudadanos libres, con capacidad de análisis y de dar respuesta a los retos que se plantean. Si pensamos en nuestro sector, es lo que nos permite evolucionar, innovar, aplicar nueva tecnología y gestionar nuestras ganaderías de una manera más eficiente y sostenible. No se trata solo de acumular conocimientos, sino de aprender a pensar para poder afrontar los desafíos que nos encontramos día tras día.
La cultura, por su parte, es un pilar de nuestra identidad. Es lo que nos une, nos da un sentido de pertenencia y cohesión social. En un mundo globalizado, la cultura local, nuestras tradiciones y nuestro patrimonio son un valor diferencial único. Para el mundo rural, es además un motor de dinamismo y una fuente de oportunidades frente a la visión de que los pueblos son lugares poco atractivos. La Fundación entendió esto hace 30 años: facilitar el acceso a una cultura de calidad en el entorno rural es una inversión estratégica para nuestro presente y futuro.
¿Qué mensaje trasladaría a los jóvenes que hoy viven en zonas rurales como Los Pedroches y que buscan razones para quedarse, emprender o comprometerse con su entorno?
Les diría que miren a su alrededor, el mundo rural está dejando de ser la periferia para convertirse en el centro de muchas de las soluciones que el mundo necesita.
Hoy, gracias a la tecnología, se puede emprender un proyecto global desde Los Pedroches. Hay una demanda creciente de alimentos de calidad, producidos de forma sostenible y con una historia auténtica detrás, y nadie mejor que ellos para liderar la respuesta a lo que la sociedad nos está pidiendo. El campo ya no es solo trabajar la tierra; es utilizar tecnología, gestionar datos, innovar en comercialización y defender un modelo de vida único.
En definitiva, les animaría a no ser espectadores de su futuro, sino los protagonistas del mismo. Que aprovechen las herramientas que tienen a su alcance, que se formen, que sean exigentes, que no tengan miedo a equivocarse, que tengan curiosidad y que se apoyen en el modelo cooperativo, un modelo que demuestra que juntos somos más fuertes y podemos llegar más lejos.
¿Cuáles cree que son los principales retos para la sociedad en el momento que vivimos?
Vivimos en una época de retos complejos y entrelazados. Por destacar destacaría tres que nos afectan muy directamente:
Sostenibilidad: El desafío es encontrar el equilibrio entre la sostenibilidad medioambiental, la viabilidad económica y el bienestar social. Para el sector agroalimentario, esto significa producir alimentos para una población creciente, cuidando a la vez de nuestros recursos naturales (agua, suelo, biodiversidad) y garantizando una rentabilidad justa para nuestros socios.
Transformación Digital y Tecnológica: La inteligencia artificial, la robotización y el big data ya están aquí. El reto es integrar estas herramientas para ser más eficientes y sostenibles, pero asegurando que esta transición no deje a nadie atrás, especialmente en el mundo rural.
Despoblación en zonas rurales: Revertir esta tendencia exige crear oportunidades económicas, pero también garantizar servicios de calidad y hacer del entorno rural un proyecto de vida atractivo.
“El mayor beneficio prestado por la Fundación a la colectividad es haber llegado a ser considerada por ella como ejemplo de un moderno MECENAZGO COLECTIVO”
¿Cómo imagina o le gustaría ver a la Fundación en unos años? ¿Qué líneas de actuación considera prioritarias de cara al futuro?
Una Fundación cuyo éxito se refleje en las historias personales de la gente: en el joven que regresa después de estudiar fuera porque aquí encuentra una oportunidad para trabajar o emprender, en la vitalidad cultural de nuestros pueblos, en el orgullo con el que nuestros mayores ven que sus tradiciones no solo se respetan, sino que se celebran y tienen futuro.
Para conseguirlo, entre otras, nuestras prioridades deberían ser:
Ser el trampolín para los sueños de nuestros jóvenes. La Fundación además de dar becas debe encender vocaciones, basadas en el compromiso con su tierra, pero también una oportunidad para que lleguen tan lejos como su talento les permita, desde aquí, desde su casa.
La dehesa y nuestro entorno. Me gustaría que la Fundación liderara impulsando iniciativas que no solo protejan nuestros recursos naturales, sino que demuestren que el cuidado del medio ambiente es la mejor inversión para nuestro futuro económico y social. Es el legado que debemos a nuestros hijos.
Mantener viva la llama de lo que somos. En un mundo que tiende a la homogeneidad, nuestra cultura, nuestra historia y nuestra identidad son nuestro mejor activo. La Fundación debe seguir trabajando para que la música, el arte y las historias de nuestra tierra sigan transmitiéndose con orgullo, conectando a abuelos y nietos, y haciendo de nuestros pueblos lugares con identidad propia y viva.
En definitiva, la Fundación debe consolidar su misión como el principal instrumento del compromiso de COVAP con su entorno: un motor para el desarrollo integral de nuestro territorio y la mejor garantía de futuro para las nuevas generaciones.
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